martes, 6 de enero de 2015

El Ser del Milenio, y la entrada número cien.

Después de haber llegado a las diez mil visitas, se cumple el segundo reto: haber escrito cien entradas.


Bien, aún no teniendo todo el tiempo -ni la energía, también hay que decirlo- que quisiera para dedicárselo al blog, he llegado, contra propio pronóstico, no sólo a las diez mil visitas -ahora ronda más o menos las doce mil quinientas- sino también a las cien entradas, aunque algunas de ellas sean, la verdad, un poco de relleno, pero siempre intentando exponer o hablar de cosas que, por una u otra razón, me gustan o interesan. Y haciendo juegos con los múltiplos de diez, después del diez mil y del cien, se puede hablar también, aunque sea por alargar un poco más esta entrada, del mil. 
¿Y por qué el mil? Porque mil años son un milenio, y eso viene a cuento a la hora de escribir, aunque sea de pasada, del llamado Ser del Milenio, una figura creada hace un año por la compañía teatral La fura dels Baus -la más alternativa y salvaje, pero también de las más originales e imaginativas que puedan encontrarse- para celebrar, precisamente, la llegada del nuevo milenio en el año 2000, en la Plaza de Catalunya de Barcelona. Volvería a ser exhibida durante el fin de año del aparentemente ya lejano 2013, y que volverá a Barcelona para despedir el 2014, y recibir el año nuevo, ante las fuentes de la montaña de Montjuïc -el año pasado, fue en la Avenida María Cristina. Si esta figura se puede considerar una estatua en movimiento -movimiento provocado por los miembros de la compañía que desde su interior lo guiaban y controlaban-, o una enorme marioneta, o si es o no teatro, es un tanto difícil de discernir, así que se podría considerar que es simplemente "arte en movimiento" en el sentido literal del término. Quizá tenga que pensar en ello el día que sepa y me anime a poner etiquetas a las entradas, para tenerlas más ordenadas -y así las encuentren los lectores del blog-, aunque bien mirado, eso quizá tendría que haberlo hecho bastante antes, cuando éstas no eran un centenar, sino sólo unas pocas.

El espectáculo en su clímax, con el corazón a la vista, en el fin de año del 2014.

El ser visto desde dentro, "nutriéndose", cobrando vida, gracias a la colaboración de los castellers y los actores de la compañía, juntos, formando la carne y el músculo del gigante, formado en su principio solamente por una gran estructura metálica, su esqueleto.

De quince metros de altura, los castellers de Sants -un barrio de Barcelona, que junto a la montaña y otros pequeños sectores forma el distrito de Sants-Montjuïc, el más occidental de la ciudad- formaron un castillo humano hasta la altura del corazón de la criatura, que de forma simbólica, empezó a latir, mientras el público era invitado a acompañar los sincopados latidos del hombre-máquina con sus móviles. Pero para hacerse una idea de lo que era el espectáculo -que, imagino, volverá a repetirse, si bien de forma un tanto distinta, contando siempre con el protagonista principal-, mejor colgar aquí algunas fotos del evento.

La colocación del gigante metálico, poco antes del fin de año del 2013, la primera vez que "actuó" ante el público barcelonés.

El proceso de montaje.

Una fantástica imagen -un tanto retocada informáticamente, pero que da idea de la realidad- de cómo fue la primera fiesta con el Ser, en el fin de año de 2013.

Bueno, pues después de nada menos que cuatro entradas en seis días -aunque haya un poco de trampa: la entrada de Tardi la tenía ya más de media desde diciembre-, me despido hasta que pueda, como mínimo, acabar con la serie dedicada al autor francés, y finalizar la serie de los prerrafaelitas, a los que, quizá, se añadan uno o dos autores que no pertenecen exactamente a dicha corriente -en realidad, algunos de los que en teoría forman parte de ella, lo harían de una forma un tanto discutible, o por los pelos-, y ya se verá que más.

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